Juan José Laforet
Décadas atrás, en momentos muy duros para la creación artística de vanguardia, el escultor Martín Chirino resaltaba y valoraba la decisión de su paisano Pepe Dámaso de permanecer en su tierra natal. El pintor, agaetero de origen, isletero de residencia y canario de alma, de creación y de impenitente visitante por todos los rincones isleños, estaba ya convencido, y lo ha logrado demostrar, que desde aquí se puede estar y sentir en la universalidad. Canarias es mucho más que una encrucijada entre continentes, que un camino ineludible en los procesos de globalización, es un potente e inextinguible crisol donde se amalgaman las más diversas y dispares corrientes culturales, donde civilizaciones de orígenes muy distintos, se aúnan en una sola voz, y todo ello ha hecho de Canarias una tierra con una nueva y propia identidad, pero también la ha conformado en una auténtica seña de universalidad.
Y la obra de Dámaso, a caballo entre dos siglos, entre culturas emergentes y las que se diluyen, entre sociedades que evolucionan y se transforman en su modo de ver, entender y habérselas con su medio, se instituye como un verdadero hito de esa identidad isleña actual, asentada en lo propio y embebida en lo universal, que ahora encuentra un espacio, un autentico orbe vital que, si se actúa con decisión, capacidades suficientes y una buena dosis de visión de futuro, será un auténtico faro cultural de las islas ante África, Europa y América, en la confluencia de todos los continentes, del ser y sentir de propios y foráneos. Una obra, que se adelantó a su tiempo y es verdadero “Génesis” del presente que ahora se desarrolla paso a paso, un legado plástico que parte de una espiritualidad, de un concepto de la expresión artística, que contribuirá definitivamente a hacer de ese orbe tan singular, sugerente y mágico de las tierras del sur de Fuerteventura un ineludible polo de atracción de miradas y pensamientos de las más insospechadas partes del mundo actual.
Pájara, gracias a una iniciativa de su entonces alcalde, Rafael Perdomo, hace ya muchos años, y retomada ahora con enorme ilusión y empeño por su alcalde actual Alejandro Jorge, convencido precisamente que tienen con este “Espacio de las Artes Pepe Dámaso” un “punto de encuentro para la creatividad que posicione al municipio como referente cultural”, junto a ser un lugar, como aseveraba el presidente del Gobierno de Canarias al visitar este ámbito, “donde poder acercarse al rico universo creador” de este artista canario y universal, como se palpa tanto en el fondo, como en la forma de todas sus obras, “únicas, vibrantes, llenas de color, y simbolismo, que son fiel reflejo de la identidad canaria”. Pero Dámaso es reflejo de su tiempo y del que viene, pues retrata a la perfección, y se aventuraba a augurarlo hace mucho tiempo, la sociedad del momento presente, de ese instante que está construyendo el que llega.
En la actualidad, en los puntos más neurálgicos del arte mundial, los museos se conciben como “espacios de encuentro y debate, pero también de educación no formal y de esparcimiento”. Los más exitosos son aquellos que, parafraseando al museólogo norteamericano Stephen E. Weil, pasaron “de ser museos sobre cosas a ser museos para personas”.
Todo ello hace que este “Espacio de las Artes Pepe Dámaso” vaya mucho más allá de lo que hasta ahora se entiende por un museo; quizá sea lo que en el futuro se entienda en realidad por un “museo”. Debe ser algo, un ente, como señala el propio Pepe Dámaso, que trascienda a otros ámbitos de la sociedad, donde se gestan las fuerzas más decisivas en su devenir, que trascienda a lo social, a lo económico a lo turístico, a ese turismo que huye de la mera “residencia de descanso” y empieza a despertar interesado por el encuentro de otras formas de reflexión, de entender los espacios y la vida misma.

Quizá Pájara, sin saberlo, se preparaba ya, a través de los siglos de su historia, para una experiencia como la de este “Espacio de las Artes” que le abre las puertas al futuro, las de la universalidad más elocuente a partir de la identidad isleña actual. Unas señas que emanan de esa sugerente y subyugante portada profusamente decorada de figuras geométricas, serpientes, soles, la luna, cabezas humanas rematadas con penachos, aves, leones, de la antigua Iglesia parroquial, y de la misma “Casa del Cura”, donde ahora la espiritualidad flotará entre los conceptos y las visiones de este artista, que se traspasarán a un sinfín de visitantes, que podrán recapitular y tener visiones propias de su modo de afrontar su realidad, local o universal.
Un edificio que, sin perder su estilo tradicional, asentado en los balcones, la pérgola de madera o la balaustrada de la escalera, conecta con la sustantiva fachada parroquial, pues su arquitecto, Hermenegildo Domínguez, ha incorporado a la de este edificio la piedra extraída de la misma cantera de hace siglos. En ello Pepe Dámaso se ha inspirado ahora para ofrecer una nueva aportación a este orbe, que, ya plasmada en luminosos y sugerentes bocetos, pronto se traspasará a ámbitos del entorno de su “espacio” en Pájara. Pepe Dámaso descubrió y enraizó en su espíritu, en su concepto de la creación artística, a Fuerteventura a través de la lectura de muchas páginas de Miguel de Unamuno, de controvertidas y alternativas perspectivas de una isla, pero también de la visión y vivencia de la isla misma, paso a paso, sintiendo su tierra, su vegetación, sus paisajes míticos y de leyenda. Hoy entiende que es un magnífico entorno para que, definiendo la realidad canaria actual, sea puente a la universalidad, al emprendimiento de creadores locales y foráneos, a la vivencia cultural de gentes de todas partes del mundo.
Las obras que expone el Ayuntamiento de Pájara en este “Espacio”, seleccionadas por la historiadora del arte Yolanda Peralta, recorren buena parte de la trayectoria vital de Pepe Dámaso, como ese tema tan presente en sus comienzos: África, y él mismo nos recuerda que fue el único artista español que acudió en 1966 con su obra al “I Festival Mundial de las Artes Negras” en Senegal, su visión de la majorera “Luz Mafasca” de 2008, o su premonitoria visión de “La muerte viaja en patera” creada, en los primeros años del presente siglo, como una verdadera “tragedia en el Atlántico”.
Pronto, si las instituciones responsables de gestionar, tutelar y proteger un espacio que va mucho más allá de lo expositivo, lo entienden en toda su dimensión de futuro y de progreso, y asumen la responsabilidad de impulsarlo de forma efectiva y en la línea adecuada, Pájara será un auténtico centro de arte canario con dimensión global. Será una oferta cultural que enriquezca a Fuerteventura en particular, como a Canarias en general, pero también será un ámbito de interés para las corrientes culturales y artísticas más actuales. Y si el presidente Clavijo, delante mismo de Pepe Dámaso, no dudó en señalar, elogiosamente, que “en los tiempos que estamos iniciar un museo se las trae”, era como si entendiera, con la mirada cómplice de Dámaso, que Pájara ahora tiene en sus manos, si quiere, ser el verdadero protagonista de la vida, de la “movida”, artística y cultural de Canarias ante el mundo, pues allí todo cabe, todo se entenderá y todo podrá ser factible. Pájara, con este “Espacio de las Artes Pepe Dámaso”, es y será reflejo del mundo del futuro.