Juan José Laforet. Cronista Oficial de Gran Canaria
Son estos los días grandes en los que Gran Canaria se encuentra con su Patrona y con ella a sí misma. Días en los que la isla, sobre los andares de su gente, se va “caminito de Teror”, como reza el título del célebre cantar de Néstor Álamo, enraizado completamente en el alma grancanaria, ya que en sus versos se compendia y se resume el peregrinar hacia sus cosas más personales, hacia su identidad como isleño, hacia sus quereres y sentires, hacia todo aquello que percibe trascendente para sí, para su familia, para sus gentes, para su isla, ese “continente en miniatura” que en lo recoleto de este caminar se asume en toda su grandeza; y en ello Teror, con el dulce pálpito de su Virgen, es verdadero corazón sagrado de la isla que corona el Roque Nublo.
Pero es también un caminito festivo de enorme atractivo, tanto que en julio de 1965, hace 60, se declaraba a las Fiesta de Nuestra Señora del Pino, de la Villa de Teror, por resolución de la Subsecretaria de Turismo, publicada en el BOE de nº 179, 28 julio 1965, “Fiesta de Interés Turístico Nacional”. Esta declaración conllevaba no sólo su inclusión en el “calendario turístico” que se editaba anualmente por la Subsecretaria de Turismo, así como en el libro “Calendario de Fiestas de Interés Turístico de España”, en donde se recogían los datos más importantes relativos a estas, incluso con información gráfica, sino que abría las puertas a su presencia en los más importantes medios informativos de todo el país.
Así, se puede comprobar cómo, a lo largo de todo el siglo XX, han sido muy numerosas las noticias, artículos y reportajes dedicados en la prensa a nivel nacional a la Virgen del Pino y a sus fiestas en Teror. Es el caso del extenso artículo “El Pino, signo y belleza de una romería”, firmado por Francisco Rodríguez Batllori el mismo 8 de septiembre de 1956 e ilustrado con muy diversas fotos del evento, o el reportaje que el 10 de septiembre de 1967 ABC publicaba a todo color sobre la romería ofrenda que impulsara Néstor Álamo y grupos de jóvenes de la Villa Mariana arropados por el Ayuntamiento y el Cabildo Insular.
Y es que estas fiestas del Pino son días en los que el cantar, por los más diversos caminos de la isla, en la intimidad del hogar, en reuniones y hasta en el trabajo, fluye constante como oración, como expresión de alegres inquietudes, como manifiesto de un hondo sentimiento de grancanariedad. Cantares populares que se pierden en la memoria de los siglos en los que esta Virgen y su Niño chiquito se hicieron dueños y reyes del corazón de terorenses y grancanarios. Cantares como los que ya recogía el Bachiller Francisco de Osuna, en un artículo publicado en 1919 en la revista Blanco y Negro, sobre unos “apuntes para una figura de mujer”, entre ellos unos versos populares de Canarias que decían “Sos blanca como la leche/ y encarnada como el vino;/ tienes tú pelito rubio/ como la Virgen del Pino”. Cantares espontáneos que le ofrecerían en la “…Villa de Teror, gente del pueblo reunida en la plaza delante de la Iglesia, el día de la Patrona de Gran Canaria…”, como señala el texto al pie de la foto publicada por el periódico madrileño ABC el 16 de septiembre de 1928. También este periódico dio cuenta el 29 de agosto del año siguiente del Real Decreto por el que “…se preceptúa que se tributen anualmente, en el día de su festividad, a la imagen de la Virgen del Pino de la Villa de Teror, los mismos honores que para los capitanes generales de Ejército están consignados en la Reales Ordenanzas…”.
Con septiembre aires de fiestas mayores acarician el suave rostro de la isla, insuflan los sentidos más perennes de nuestras costumbres y tradiciones, pero, sobre todo, oxigenan los recuerdos más entrañables que florecen de una memoria personal que al compartirla con nuestros familiares, con nuestros convecinos, con nuestros paisanos, se convierte en verdadera memoria del sentir y la identidad de esta isla, de ese continente en miniatura de alma grande – isla grande en su pasado, en su presente y en ese futuro por el que sabe bregar cada uno de sus días, pues por algo ya resaltó el primer gran poeta de Canarias, Bartolomé Cairasco de Figueroa, como “y sobre todas Gran Canaria puede / llamarse siempre bien afortunada” –, sobre el que reina y reluce Nuestra Madre y Señora la Virgen de Teror, Nuestra Virgen del Pino.
Días de septiembre, días del Pino, en los que cada año los cantares isleños nos recuerdan, nos traen, los más diversos caminos de Teror; caminos de la isla y caminos del alma en los que todos rezan, sueñan y canta a la ¡Madre del Pino, Señora de la Gran Canaria!