Bebidas Azucaradas en Canarias

Lluís Serra Majem

El refresco o bebida azucarada es una bebida no alcohólica que suele contener agua carbonatada, azúcar (unos 10 gramos por 100 ml) o edulcorantes (light), saborizantes y, en algunos casos, cafeína o colorantes. Las primeras bebidas de soda se remontan a Estados Unidos y Colombia (Kola Román) a mediados del siglo XIX. El 8 de mayo de 1886, el Dr. John Pemberton vendió el primer vaso de Coca-cola en la farmacia Jacobs en el centro de Atlanta. En España el primer refresco nace en Valencia en 1935 (Trinaranjus), aunque sin burbujas, seguido de caseras endulzadas con sacarina para evitar el coste del azúcar. Fanta fue creada en Alemania en 1940 por Max Keith, director de una compañía embotelladora de Coca Cola. Debido al bloqueo durante la II Guerra Mundial, esta embotelladora no podía obtener el concentrado de Coca Cola, por lo que Fanta fue desarrollada para mantener sus operaciones durante este periodo. Clipper es un refresco de origen canario. Comenzó a fabricarse en 1956 en un garaje de Ciudad Jardín por Juan Gómez y cuenta con varios sabores, destacando el de fresa como el más representativo de la marca.

Las bebidas azucaradas han formado parte del consumo cotidiano en Canarias durante décadas, influenciadas por la globalización, el turismo, el clima y las condiciones socioeconómicas del archipiélago. Durante la segunda mitad del siglo XX, el auge del turismo y la importación de productos internacionales facilitaron la llegada masiva de refrescos y bebidas azucaradas a Canarias. Marcas globales como Coca-Cola y Pepsi establecieron presencia en las islas, junto con bebidas locales y regionales como Clipper, con un peso importante en el mercado, o Appletiser. El crecimiento del sector turístico en los años 70 y 80 impulsó el consumo de refrescos en hoteles, bares y restaurantes, solos o combinados con bebidas alcohólicas. El clima cálido y la cultura de ocio, junto con importantes estrategias de marketing, fomentaron su popularidad como opción refrescante y “unida” a felicidad y bienestar. Era frecuente en aquella época en Gran Canaria que los niños y niñas almorzaran con refresco y los hombres adultos con ron cola.
En Canarias bebidas como Clipper (marca local de refrescos con sabores frutales y tropicales) forman parte de la identidad gastronómica y cultural de las islas. De hecho, subir a Teror el día de la festividad de la virgen del Pino casi conlleva comer un bocadillo de chorizo de Teror junto a un Clipper de fresa frente a la basílica.

Pero los refrescos no conllevan felicidad. Los efectos sobre la Salud incluyen cuanto menos obesidad y sobrepeso: Canarias tiene una de las tasas más altas de obesidad en España, en parte debido al elevado consumo de bebidas azucaradas. Su ingesta frecuente está asociada al aumento de peso y obesidad infantil. El consumo excesivo de azúcar contribuye a la resistencia a la insulina y al desarrollo de diabetes tipo 2, siendo su incidencia y complicaciones también muy alta en el archipiélago, donde además confluye un mayor consumo de azúcar y productos con azúcar añadido. Un estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, concluía que consumir una o dos bebidas azucaradas al día aumenta un 26% el riesgo de sufrir diabetes. También se asocian con las enfermedades cardiovasculares, hipertensión, dislipemia, hígado graso y algún tipo de cáncer. La acidez y el azúcar de estas bebidas afectan el esmalte dental, aumentando el riesgo de caries, especialmente en niños y adolescentes. Además, pueden generar una sensación de saciedad falsa, afectando patrones de alimentación saludable.

Según una investigación con datos de 184 países publicada recientemente en Nature Medicine, aproximadamente 1 de cada 10 nuevos casos de diabetes de tipo 2 y 1 de cada 30 nuevos casos de enfermedad cardiovascular son atribuibles al consumo de bebidas azucaradas (refrescos, bebidas o néctares de frutas y bebidas energéticas). Posiblemente estas cifras se doblen en Canarias donde el consumo de este tipo de bebidas es muy alto pero no tanto como en América del Norte y Latinoamérica, regiones que lideran las cifras. Los datos del estudio, correspondientes al año 2020, provienen del Global Dietary Database, iniciativa en la que participamos desde la ULPGC, ponen de manifiesto que la ingesta de bebidas azucaradas fue responsable de 2,2 millones de nuevos casos de diabetes tipo 2 y de 1,2 millones de nuevos casos de enfermedad cardiovascular a nivel global en 2020. Los hallazgos presentan una gran variedad regional, según Lara-Castor, primera autora del estudio, pues un 24,4 % de todos los nuevos casos de diabetes atribuibles al consumo de bebidas azucaradas se dieron en Latinoamérica y el Caribe (con Colombia y México a la cabeza), mientras que solo un 3 % se produjeron en el Sureste y Este de Asia.

La Organización Mundial de la Salud recomienda limitar la ingesta de azúcares añadidos a menos del 10% del total de calorías –aunque sería deseable que fuera menor del 5%– para aumentar los beneficios en la salud. Pero los azúcares añadidos todavía representan en los niños canarios un 15% del total de sus calorías, la mitad de las mismas procedentes de bebidas azucaradas, batidos azucarados y zumos o néctares comerciales. Los azúcares añadidos no incluyen la fructosa y la lactosa, que se encuentran de forma natural en frutas, verduras y leche sin azúcar. Los azúcares añadidos no deberían incluirse en la dieta habitual de niños menores de 2 años.
Las medidas para reducir el consumo de refrescos en Canarias incluyen:


• Impuestos y Regulaciones: Implementación de tasas a las bebidas azucaradas para desincentivar su compra. En el conjunto del estado el incremento del IVA del 10 al 21% ha producido una disminución de su ingesta (13%) en niveles socioeconómicos más bajos (que son los que más consumen) pero no en el resto de la población. En Canarias el IGIC sobre las mismas pasó del 3 al 5% y el efecto sobre el consumo no está cuantificado pero será poco significativo.
• Educación Nutricional: Campañas para concienciar sobre los efectos negativos del consumo excesivo de azúcar y refrescos.
• Alternativas saludables: Promoción del agua como opción principal de hidratación, las infusiones o la leche. El problema en Canarias es que la mayoría de la población compra agua embotellada con lo cual el efecto sobre el ahorro de no comprar refrescos es mucho menor que comparado con el agua del grifo.
• Reformulación de productos: La totalidad de empresas han reducido el contenido de azúcar en sus bebidas incorporando edulcorantes artificiales acalóricos; el problema es que muchos de estos productos alteran la microbiota intestinal y por ello su consumo (en comparación con la regular con azúcar) no redunda siempre en una clara disminución de la obesidad y la diabetes, pero sí de caries dental.
• Prohibir la venta y evitar la publicidad tanto en autobuses como alrededor de las zonas escolares, así como el patrocinio de bebidas azucaradas en eventos deportivos para jóvenes.
Las bebidas azucaradas han formado parte del tejido cultural y económico de Canarias, pero su consumo excesivo plantea desafíos significativos para la salud pública. La concienciación y las políticas de reducción de consumo son claves para mejorar la calidad de vida de los canarios. Habría que aumentar la concienciación pública sobre la contribución de las bebidas azucaradas a la obesidad y, por tanto, cambiar las normas sociales respecto a las bebidas azucaradas.
Y recuerden, el agua sí es la chispa de la vida y la que nos da felicidad.