Adolfo Martín, el canario que deslumbró al Betis

Octavio Utrera y A. Martín

Hace un siglo que el jugador canario fichó por el Betis y en la actualidad se conmemora el 50 aniversario de su fallecimiento.

Este año se cumple el cincuenta aniversario del fallecimiento del futbolista canario, Adolfo Martín González, que deslumbró al Betis en la década de los años treinta.

Nacido el 22 de noviembre de1909 en la localidad de Casillas del Ángel en el municipio de Puerto del Rosario, Fuerteventura. Siendo un niño, sus padres, Adolfo Martín García y Francisca González Hernández, naturales ambos de Casillas del Ángel, se trasladan con sus hijos seis hijos (Manuel, Juan, León, Isolina, Juan y Adolfo) a la capital grancanaria para conseguir mejores oportunidades para la familia y se acomodaron en el popular barrio de La Isleta.

El padre del prometedor futbolista, trabajó en la Sociedad Recreativa Cultural y Deportiva ‘El Porvenir’, donde era muy popular y querido apodado como ‘Adolfito’ e introdujo a su hijo en los clubes legendarios Marino Fútbol Club y C.F. Victoria; en esa época ya se comentaba que Adolfo había nacido con un balón entre sus pies. 

Fue en el C.F. Victoria, donde Adolfo, siendo interior derecho, con el dorsal número ocho a la espalda, ganó el campeonato de Canarias.

En la primera etapa de los años treinta, la dirección deportiva del Betis aterriza en la isla para fichar a los mejores jugadores del momento y a Martín le ofrecen un contrato que no pudo rechazar junto a otros jugadores y amigos como Timimi y Juan, con quienes había jugado en el Victoria. El joven fichó como delantero interior derecho por el Betis en junio de 1930 procedente del C.F. Victoria de Las Palmas.

Estos tres jugadores eran los más destacados del conjunto canario que, en mayo de 1930, se enfrentó en Copa al Sevilla F.C., llamando la atención de los técnicos del equipo verdiblanco.

Adolfo fue un destacado jugador del glorioso Betis de la primera mitad de los años treinta, participando en todos los éxitos del equipo: el torneo de Copa de 1931, el ascenso a Primera División en 1932 o el Campeonato de Liga de 1935. De hecho es el autor del primer gol oficial del Betis en Primera División, obtenido en San Mamés el 27 de noviembre de 1932. El Real Betis Balompié gana la liga en 1934/1935 con acento canario, siendo Adolfo uno de los jugadores mas destacados de la liga. 

Legendaria resultó el tándem que formaba con Timimi, primero en el equipo canario y luego en el andaluz con los pases que este cedía a Adolfo, que resultaban letales para el equipo contrario. 

En Sevilla era conocido como ‘el canario’  y allí realizó el servicio militar junto con otro de sus compatriotas a orillas del Guadalquivir; se cuenta la asistencia de aficionados, sobre todo féminas, en la pensión donde residía, reclamando autógrafos del apuesto futbolista canario.

Tras el estallido de la guerra civil permaneció en Canarias, reincorporándose al club verdiblanco en febrero de 1942, para disputar cinco partidos del torneo liguero en el que el Betis vuelve a Primera División. A lo largo de sus siete temporadas en el Betis, Adolfo Martín jugó 86 partidos de Liga, marcando 29 goles, 27 de Copa, en los que hizo 8 tantos, 36 del Campeonato Regional, en los que obtuvo 15 goles y 50 amistosos, en los que marcó 17 goles.

Una vez logrado este objetivo, se retiró del mundo del fútbol volviendo a Canarias, donde llegó a alférez provisional, terminando su carrera militar en Las Palmas de Gran Canaria. 

Una vez retirado, el exjugador se acercaba siempre que podía a disfrutar de los partidos de fútbol en el mítico Estadio Insular de la capital palmense, donde aficionados del balón pie le recordaban con afecto por su legado.

Adolfo era un hombre de carácter tímido e introvertido, permaneció soltero toda su vida y su espíritu futbolero dejó de existir un sábado, 5 de septiembre de 1975, a los 65 años de edad, dejando atrás un gran amor:  su pasión por el fútbol. Sus restos mortales descansan en el cementerio de Las Palmas junto a otros célebres canarios como el tenor Alfredo Kraus, el poeta Tomás Morales o el artista Martín Chirino, entre otros.

Casi una década después de su desaparición , viene al mundo un sobrino nieto suyo, nieto de su hermano Juan León, al que sus progenitores, por petición de su abuelo paterno, acceden a bautizar con el nombre del deportista a modo de homenaje. 

El niño crece sin saber cuál fue el motivo de la elección de su nombre; en la etapa de su adolescencia, le cuentan que lleva el nombre de su tío abuelo paterno como legado familiar. Y no es hasta pasada su mayoría de edad, que descubre por una documentación, que lleva el nombre, no solo de su tío abuelo paterno, sino de una leyenda del fútbol en los años treinta; el joven reconoce cierto parecido físico y descubre que Adolfo jugaba con el número 8 en el dorsal de su camiseta, siendo este, su número favorito desde niño ¿coincidencia o atávica premonición?

En definitiva, hace un siglo, un joven majorero, desde su infancia en el entonces bucólico caserío de Casillas del Ángel en la isla majorera pasando por el barrio de La Isleta en la ciudad palmense, dio el salto a la bulliciosa Sevilla, para lucir su arte, su buen hacer en el césped, su austera nobleza y llevar el nombre de Canarias por bandera.