Por Juan José Laforet. Cronista Oficial de Gran Canaria
26 JULIO DE 1775
El Hospital de San Martín, una de las instituciones más identitarias de la capital grancanaria a lo largo de su historia, afortunadamente no sólo no desaparece, sino que se está remodelando en la actualidad para abrirse como un Museo de Bellas Artes isleñas, donde se recoja la obra de los grandes artistas insulares que por el momento ha permanecido dispersa, cuando no oculta a la mirada generalizada del público. Y esta decisión, cuando es imposible ya dedicar este edificio a un uso clínico-sanitario, por las actuales exigencias de la medicina y la cirugía, y que ya tuvo también otros usos en el pasado, como el de “casa cuna de expósitos” o de “asilo de personas mayores”, e incluso sirvió de centro de retención para los prisioneros franceses que llegaron a la isla cuando la Guerra de Independencia, a buen seguro sería del agrado de sus promotores, aquel grupo de inquietos, activos e ilusionados ilustrados encabezados por el obispo Fray Juan Bautista Servera, que encargaron el proyecto de un nuevo edificio, adecuado a las necesidades socio-sanitarias de los nuevos tiempos que corrían con la ilustración, al coronel de las milicias provinciales Antonio Lorenzo de la Rocha -que también levantaría otros edificios singulares como la iglesia de Teror, donde se encuentra su sepultura, bajo una hermosa loza de mármol de colores-, que para ello compraron varios solares al pie del barrio de San Juan, y que pusieron la primera piedra de este edificio el 26 de julio de 1775, hace ahora 250 años
La verdad es que los comienzos de este nuevo edificio hospitalario en la ciudad no fueron nada fáciles. Como señaló el Dr. Juan Bosch Millares, si se inició gracias a la ayuda económica del mencionado prelado, pero más tarde “fueron las paredes tan lentamente levantadas que cuando fue trasladado a la Diócesis de Cádiz no pudo ver realizada su obra, pues años después de su marcha sólo se habían construido los cimientos y los muros”. Tras varios años de retrasos e incertidumbres, e incluso con el fallecimiento del obispo Fray Joaquín Herrera de la Bárcena y del mismo autor del proyecto, y dadas las necesidades imperiosas que existían de contar con un centro con mayor capacidad para la atención de los enfermos, tanto que en 1780, sin estar finalizado el edificio, ya se trasladaron a una sala ya concluida varios pacientes y se celebró una primera misa, serían el obispo Antonio Martínez de la Plaza, y el hijo del coronel, el también militar José de la Rocha, quienes asumieron el esfuerzo de culminar esta obra. Como recoge el Dr. Nicolás Chesa Ponce, en su obra “Centros Sanitarios en Gran Canaria (1900-1950)”, el “Hospital de San Martín abre sus puertas en 1786 siendo inaugurado por el obispo Martínez de la Plaza añadiéndole este en1792 el Hospicio o Casa de Misericordia en una casa contigua al Hospital, con fachada a continuación y capacidad para 300 personas para la acogida de viejos, inválidos, pobres enfermos y huérfanos…”
Este edificio, que perduró en funcionamiento con distintos usos, hasta la segunda mitad del siglo XX, continuó la labor pionera que desde el siglo XVI ejerció en un edificio con fachada principal a la plazoleta de Los Álamos, en la trasera de la Catedral, que contaba también con camposanto, huerta y capilla, y que funcionó hasta 1780, momento en que fue cedido por el obispado para la construcción de la Parroquia del sagrario, que por diversos avatares nunca se levantaría, y que ha dejado vacío el solar norte catedralicio. Se trata de un aniversario que no debería pasar desapercibido en Gran Canaria, donde el Hospital de San Martín representa el origen de la medicina y los servicios hospitalarios en la isla.