DE LA ISLETA A ARTENARA: CORRER, ANDAR… 

Por: Juan José Laforet

En estas primeras semanas del estío grancanario, en el que tantas fiestas solemnes se celebran en la isla, desde su capital a lo más alto de las cumbres, la celebración de dos pruebas deportivas de “Trail”, en dos puntos equidistantes y reveladores de la geografía insular, La Isleta y Artenara, se hace muy significativa y elocuente para lo que supone descubrir o encontrarse con el paisaje de la isla, sobre todo para entender no sólo que ha sido de ella y que es hoy , sino que puede ofrecer para ese camino hacia el futuro al que la mayoría mira con ojos procelosos. 

Allá por abril de 1932, el casi siempre ineludible articulista Domingo Doreste Fray Lesco, resaltaba como los “amantes, y aún los enamorados de esta linda jaula en que vivimos, suelen desconocer la comarca más interesante de ella (se refería a la cumbre). Recorremos sólo las carreteras, que hoy, con los nuevos medios de locomoción, son como una fácil prolongación de la calle Triana”. Ese “hoy” constata aquello que proponía E. H. Carr acerca de que la “historia, como estudio del pasado, busca entender el presente y abrir puertas hacia el futuro”, pues al considerar una “teoría de actitudes ante el paisaje insular”, ese pasado de Fray Lesco se ofrece como el presente más palpable. Y es que, pese a los enormes cambios que se han dado, quizá las actitudes, y las necesidades, sigan siendo las mismas. Por ello tanto “correr”, como “andar”, ambas acciones entendidas como ese “ir de un lugar a otro” que propone el DRAE, se instituyen como una verdadera actitud, ante una realidad que se asume como algo propicio y cotidiana, que implica un “reducir la utilización del mundo a lo esencial”, como señala David Le Breton, en su “Elogio del Caminar” (2000), dado que “caminar es pues un desnudarse, que revela a la persona en su cara a cara con el mundo”.

La Isleta Extreme, celebrada el sábado 14 de junio, se ha instituido ya como una singular y atractiva prueba de montaña en el corazón de la ciudad. Una carrera que recorre los más sugerentes, singulares y oníricos paisajes del interior de “las Isletas” -como siempre dijeron antiguos memorialistas y cronistas-, unos senderos volcánicos sobre cráteres, planicies, colinas y laderas, que parecen auténticos cuadros sobre la superficie de un Atlántico inmenso que los bordea, y que abraza a quienes los recorren. Y, al fondo, la isla, una Gran Canaria enhiesta, alzada en toda su majestuosidad, que se ofrece tanto como un pañuelo que saluda agitado en los aires alisios, a la vez que, como un hito que llama a recorrer ese interior aun misterioso y desconocido, de intrincados parajes y umbrosos bosques, que esperan a quienes, con su esfuerzo, y un indomable afecto a esta tierra, quieren descubrirlos, redescubrirlos, adentrarse en sus vericuetos y asumir toda su belleza. Es necesario andar, suprimir todo lo superfluo, quedarse con lo más imprescindible en ese esfuerzo, para que esto lugares se crezcan en lo más íntimo de cada cual. Y el devenir de unas horas de la Isleta Extreme , junto a una prueba de Trail exigente, que reúne todas las características más propias de esta modalidad deportiva, que tiene verdadero atractivo para todo lo que se pueda pedir y exigir en esta actividad, también surgió el paisaje insular en toda su grandeza, en una llamada que convocaba la naturaleza y la historia, esa que, en esa mima Isleta, tiene un enclave ineludible, y que refulge en estos días de celebraciones Fundacionales de la ciudad que estaba al pie de quienes corrían por las altas cimas del “Pico del Vigía”, de la “Montaña del faro” o de la “Montaña de Las Coloradas”.   

Al fondo, encaramada tras las altas cumbres, haciéndose visible en una llamada el sábado 21 de junio, casi en una continuidad ineludible, el pueblo más alto de Gran Canaria, Artenara, acunada en sus hermosas y antiguas cuevas, recibió, un año más a quienes participan en otra de las carreras más clásicas de la isla, la “Artenara Trail”. Una semana entre una y otra prueba, entre uno y otro punto de esta isla redonda, “novia del mar” -como la denominó un articulista a mitad del siglo XX-, para andar por los caminos isleños y por los del espíritu, para trasladarse, física y mentalmente, de un lugar a otro en esta Gran Canaria que es verdadera “isla de Trail”, y celebrar con el deporte la historia, la cultura y la naturaleza de un lugar al que, como ya señalara en sus versos Cairasco de Figueroa, “Del cielo puso a parte lo más puro; / del aire entresacó lo más templado; / de la tierra y del mar, lo más seguro…”.  Y en este orbe andará la Artenara Trail en su decimosexta edición, en sus diversas modalidades que llevan los nombres de su bella toponimia, “Acusa”, “Tirma” o “Artenara”, a través de las cuales se podrá disfrutar de una inolvidable jornada deportiva de montaña en el entorno del Patrimonio Mundial de la UNESCO Risco Caído y las Montañas Sagradas, la Caldera de Tejeda, el pinar de Tamadaba o el pinar de Gáldar.

De la Isleta a Artenara, de allí bajar de nuevo a la costa para, por Arguineguín, disfrutar el sábado 28 de junio de la nocturna “Traiña Trail”, en el misterio del atardecer y de las sombras de la noche en unos paisajes atlánticos indescriptibles, ya con la vista puesta, para finales de julio en el “Desafía de los Picos, Aguas de Teror”, en los entornos sugerentes y bellísimos de la Villa Mariana, y en todo ello andar por los caminos de la ilusión, por los senderos de las quimeras isleñas, por los ecos de Trail insular, para disfrutar de una isla que se abre de par en par a quienes deseen adentrarse en su alma y percibir su rostro más auténtico.